Esta vez Central no es vertical. No tiene ningún juego relacionado con romper con un competidor duro. Tuvo defectos y aciertos. Pero a Union Gilli todavía le queda un largo camino por recorrer, dejando claro que hay mucho que editar.
Central supo capear el inicio que sorprendió al Unión con un gol de Gastón González, que había emboscado a Sangiovani, Renato y Novaretti para disparar a Romero.
Pero el dominio del Tateng de apertura no se reflejó en la curva. Siempre es una buena señal que más saltos puedan igualar el juego. Incluso si el impulso proviene de un objetivo. Como hizo Nani tras un centro fuera de Villagra.
Fue el punto de partida para una remontada futbolística. Eso sí, todo con terrenos extremos y situaciones que suceden en ambas zonas.
Eso es lo definitivo. Por eso, cuando se trata de oportunismo, aparece Alan Marinelli, el niño del momento, que reutiliza la reproducción que le dio el portero Moino, después de un disparo de Rhino, para volver a armarlo y celebrar frente a la sonrisa de Gilly.
Cambiar una decisión no fue un tema menor en el proceso de desarrollo del equipo Ariasul, fue hecho por muchos jóvenes, pero a pesar de sus mejores esfuerzos por retenerlo, el portero Romero fue cerrado decisivamente después de algunos.
Pero Unión es mejor en la extensión final. Esto generó muchas situaciones que provocaron tensión en la robusta seguridad porque en este momento el dispositivo de control tenía muchas fallas. De la mitad a la espalda.
Aprovechando la posibilidad de sacar a Tateng en esa recesión. Uno que logró con el zapato Caprera superó a Romero.
Central puede perderlo. Éxito al final. Porque se borró un título de Lasso en la línea de gol de Santa Fe.
Central jugó un partido serio y consistente y empató ante un rival que lo probó. Más allá de la igualdad que siempre deja una sensación de frustración local, lo cierto es que el resultado a estas alturas es claro: aún queda mucho por hacer.
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