Errar es humano, reaccionar es divino. Porque lo segundo sólo consiguen los que tienen el templo suficiente como para hacerle frente a la adversidad.
Racing ha dado pruebas de su fortaleza. Falló, sí. Y entró al segundo tiempo en modo avión, sin el vigor que exigía un partido decisivo, otro más, como lo serán todos de aquí en más hasta que se resuelva este thriller llamado Liga Profesional. Pero supo, desde lo actitudinal, evitar el desplome. Y se alineó con sus propias necesidades.
En el Cilindro, ante miles de fervorosos feligreses, tuvo lo que en esta fecha -y en las anteriores- les ha faltado a Gimnasia en el Bosque oa River en el Monumental: Resiliencia para responder.
Porque Unión vio jugando bien adelante, obligando a Carreras un cambio de paradigma futbolero. Lo de Munúa fue arriesgado, sí, a punto tal que en el primer tiempo pudo haber ido fácil 0-2 abajo: Romero felló de cabeza y, luego, mano a mano y muy solo, dribló más de la cuenta ante Mele, quien logró un neutralizador de la jugada.
Ni siquiera un experto como Hauche resolver resolver con claridad otro ataque vertical propiciado por un pase deluxe de Vecchiocambiando la orientación de la acción y habilitando al Demonio que se pasó de santo y equivocó la resolución.
Racing moralmente era mejor, pero no deportivamente. Y Unión le facturó la falta de contundencia en el arranque del segundo tiempo: a los cuatro minutos Marabel lo dejó 0-1 y recalculando. Obligándolo al local a respondedor para no quedar rezagado. Y lo hizo.
si algo tiene gago es un futbolista que -cuando está conectado- es una especie de gurú del optimismo: Enzo Copetti. Él sólo empujó en los minutos post shock a un carro impantado, sacando a Racing del diván y metiéndolo en partido.
Aunque el entrenador también hizo oportunamente lo necesario: los ingresos de Matías Rojas -así de crocante hace lucir la 10- y Jonathan Gómez le imprimieron mayor velocidad al ataque en tres cuartos. Y la entrada de Carbonero, la posibilidad de aguijonear de manera vertical a un fondo de Unión que fue perdiendo rigor en la marca producto del desgaste.
La combinación de factores alteró el resultado del partido. Copetti, entre cinco rivales, mandó adentro un centro de Rojas. Y después Carbonero atacó el espacio para aprovechar una duda de Mele, que amagó para tapar el primer palo, se quedó y ese milisegundo lo disacomodó, dando al colombiano la posibilidad de definir a Bárbaro en el 2-1. Y ahí, entonces, se festejaron.
Por la doble reacción. La de Gago, quien con su movimiento de fichas descontracturó a un equipo que se vía sin el ritmo indicado, siendo predecible. Y de Racing propiamente dicho, que comprendió que las victorias de los aspirantes al título como Huracán y Boca debá ser correspondida si el objetivo es ganar la LPF.
Una madurez y rebeldía necesarias para un campeonato que tiene más candidatos que fechas por delante.
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